Los libros para
niños inundan hoy en día las librerías de todo el mundo.
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Con la llegada y popularización de la imprenta, fueron
editándose historias para niños hasta entonces difundidas mediante la tradición
oral. Junto con la traducción de las Fábulas de Esopo, alcanzó gran popularidad
en España el Fabulario de Sebastián Mey (1613), en el que reunió 57 fábulas y
cuentos que concluyen con una lección moral. Mención aparte merecen Charles
Perrault y sus Cuentos de antaño (1697). Entre las leyendas célticas y los
relatos populares franceses e italianos que recopiló, encontramos clásicos como
La Cenicienta, El gato con botas, Caperucita Roja y Pulgarcito.
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Cuentos de los hermanos Grimm a principios del siglo XIX,
la corriente del romanticismo propició el auge de la fantasía
Por un lado, los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm que, desde
Blancanieves hasta La bella durmiente, popularizaron muchos de los personajes
más famosos hoy en día gracias a sus Cuentos para la infancia y
el hogar (1812-1815).
No fue menos trascendente la aportación de Hans Christian
Andersen, Cuentos para niños (1835), caracterizada por su sensibilidad a la
hora de esculpir a personajes tan dispares como La sirenita y El patito feo.
La editorial
Saturnino Calleja, creada en 1876, fue la que divulgó las mejores piezas de
literatura infantil en España gracias a los denominados “Cuentos de Calleja“,
que contaban con la colaboración de los mejores ilustradores de la época.
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